martes, 19 de agosto de 2008

H.G. Wells, adaptaciones, mentiras y Hollywood


Hace unas semanas llegó hasta mis manos el último libro que me faltaba por leer de H.G. Wells, Doce historias y un sueño, una compilación de relatos breves del autor anglosajón que apenas guardan relación con su carrera, casi siempre centrada en la divulgación científica. Fue toda una sorpresa para mí, ya que después de conocer sus obras más populares como La máquina del tiempo, La guerra de los mundos, El hombre invisible o El primer hombre en la Luna, los cuentos de este libro me abrieron un poco más la visión sobre este genio de la ciencia ficción que tanto aportó al Hollywood de principios de siglo. Pero Hollywood nunca trata bien a los autores.

La Guerra de los Mundos fue adaptada por ese genio llamado Orson Welles. Todo un genio de los negocios, la publicidad y la comunicación, eso no se lo puede negar nadie. Ciudadano Kane fue un gran revulsivo para el cine americano que empezaba a quedarse sin frescura. Pero como admirador de H.G. Wells debo regañar la adaptación que el director hizo de su obra.

No se trata de deshonrar la faceta narrativa de Welles, si no de trasmitir dentro de mis posibilidades el mensaje correcto que el escritor intenta comunicarnos sobre el ser humano, la sociedad y la tecnología. Quien tenga curiosidad y se lea La guerra de los mundos, podrá darse cuenta que en el libro se vaticina que ante un caos total como una invasión de un enemigo desconocido y superior, en este caso extraterrestres, la humanidad mostraría su lado más tenebroso, egoísta e instintivo, como Orson Welles comprobó con su “broma” radiofónica.

El caso es que la película no trata de eso. Sí, la historia es muy parecida. Pero, ¿donde está el caos, la sinrazón, el egoísmo en el film? Yo solamente soy capaz de ver el mensaje de que el ejército americano protege al pueblo, que el amor siempre vence a pesar de las circunstancias adversas y que el enemigo, en el momento que parece que no nos deja escapatoria y la muerte se abalanza sobre los protagonistas, siempre mostrará su debilidad, aunque se trate de un “deus ex machina” en toda regla. En definitiva, una pantomima comparado con la realidad. ¿Se acuerdan de que en Señales de M. Night Shyamalan por lo menos se nos anticipan las resoluciones? Punto a favor de Shyamalan, punto en contra de Welles. Y no, no pienso hablar del remake del tipo ese llamado Steven Spielberg.



Y si seguimos comparando la ideología de las películas y el libro de La máquina del tiempo seguiremos dándonos cuenta de la sutil censura de Hollywood. Mientras que en el libro se nos muestran dos razas humanas creadas de la devastación nuclear: los bellos y jóvenes elois que viven felices e incoscientes en el paraíso superficial y los morlocks, una especie que habita las grutas subterráneas y que se ha adaptado a la evolución con nuevas capacidades como la telepatía, la especialización en el trabajo o la identidad social por encima del individuo.

Hay que recalcar que H.G. Wells fue uno de los pocos críticos de su época contra el racismo, ya que no consideraba que hubiese razas humanas en la actualidad, sino dentro de 300.000 años con motivo de la segregación. Pero es indignante ver como la idea de que los ignorantes elois, que han acabado por quemar sus bibliotecas para no sentir dolor por los conocimientos sobre el pasado y su responsabilidad en la historia, pasan de ser ganado para los morlocks a convertirse en esclavos.

La diferencia entre ambos conceptos parece mínima, pero se trata de una faceta moral: no es lo mismo cuidar de una especie que no se valdría por sí misma para subsistir proveyéndola de alimentos, paz y felicidad gracias a la telepatía, que tenerlos a su merced bajo un control casi total en función de una idea de superioridad racial. Y Hollywood no es estúpido, utiliza las elipsis temporales que existen en el relato de Wells para hacer el cambio más sutil ante el espectador.

Espero que quede claro que no estoy diciendo que la literatura esté por encima del cine, discusión mil veces tratada en conversaciones con amigos: “Vi la peli después de leer el libro y el libro es muchísimo mejor”. No. Cine y literatura son dos artes diferentes con herramientas distintas. Nadie leería un libro que nos describiera un diálogo tal que así:

“Mr. Halls dijo – Bla blabla bla blablabla – con un plano contrapicado”

Se trata de ser conscientes de la manipulación del mensaje que nos llega a nosotros como masa. Mientras que el lenguaje literario nos habla como personas individuales e independientes siempre que sepamos leer y escribir, por medio de las imágenes se nos pueden mandar infinidad de connotaciones e ideologías de las que la sociedad actual no puede escapar, porque la mayoría de las personas no fueron educadas para conocer el lenguaje de la iconografía en esta sociedad que vive de la imagen, como si fuesemos elois.

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